Vergüenza: ¿Una Emoción que está bien Sentir?

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La vergüenza es una de las emociones humanas más profundas y complejas. A menudo, se la asocia con el malestar, el dolor y el deseo de esconderse o desaparecer. Es una emoción autoconsciente, lo que significa que requiere de la conciencia de uno mismo y de la percepción de cómo los demás nos ven. A diferencia de otras emociones primarias como el miedo o la alegría, la vergüenza surge de una evaluación negativa de nuestro «ser» global, no solo de una acción específica. Esta emoción tiene un fuerte componente social y cultural, ya que lo que nos avergüenza está intrínsecamente ligado a las normas y valores de nuestra sociedad.

Vergüenza
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¿Qué es la Vergüenza?

Desde una perspectiva psicológica, la vergüenza es una emoción que surge cuando percibimos que hemos fallado en cumplir con los estándares de nuestro entorno o con nuestras propias expectativas. Sentimos que hay algo inherentemente malo o defectuoso en nosotros, lo que nos hace sentir indignos de aceptación y respeto. Esta sensación puede manifestarse con síntomas físicos como rubor, sudoración y una postura corporal encogida. Esto puede ser un sentimiento paralizante que nos lleva a evitar situaciones sociales, a aislarnos e incluso a desarrollar problemas de autoestima o fobias sociales.

La Función Evolutiva y Social

Aunque la vergüenza nos resulta profundamente incómoda, los psicólogos evolutivos sugieren que no es una emoción meramente negativa. En un contexto evolutivo, tiene una función adaptativa crucial: nos ayuda a mantener nuestra posición dentro de un grupo social.

  • Mecanismo de Control Social: Actúa como una especie de «brújula» social. Nos señala cuándo hemos transgredido normas o valores compartidos por nuestro grupo. Sentirse avergonzado por una acción nos motiva a corregir nuestro comportamiento y a evitar ser excluidos, lo cual era fundamental para la supervivencia en sociedades primitivas. Al anticipar la emoción, las personas tienden a evitar acciones que podrían perjudicar su reputación o dañar a otros.
  • Fomento de la Cohesión: La capacidad de sentirse avergonzado es un signo de empatía y de conciencia de cómo nuestras acciones afectan a los demás. Esta emoción nos permite reflexionar sobre nuestro comportamiento y contribuye a la cohesión social. Por ejemplo, al sentirnos avergonzados por haber ofendido a alguien, es más probable que busquemos la reconciliación y fortalezcamos lazos en lugar de deteriorarlos.

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Tipos de Vergüenza

El sentirnos avergonzados no es un sentimiento monolítico, y los expertos en psicología han identificado diferentes tipos:

  • Vergüenza Situacional: Es un sentimiento temporal y específica que surge de una situación concreta (ej.: tropezar en público, decir algo inapropiado). Desaparece una vez que la situación ha pasado y no afecta nuestra autovaloración a largo plazo.
  • Vergüenza Tóxica: Es un sentimiento intenso y destructivo que se internaliza. Se siente como una parte inherente de la identidad y nos hace sentir que no valemos nada. A menudo, proviene de mensajes negativos de la infancia o de experiencias traumáticas, y puede tener un impacto devastador en nuestra autoestima.

Vergüenza vs. Culpa

Es crucial distinguir el sentirse avergonzado y sentir culpabilidad, ya que a menudo se confunden, pero tienen efectos psicológicos muy diferentes.

  • Culpa: Se enfoca en una acción específica. La culpa es un sentimiento que surge de haber hecho algo mal, y nos motiva a reparar el error y a enmendar el daño causado («Hice algo malo»). Es una emoción más constructiva porque nos impulsa a la acción y al cambio.
  • Vergüenza: Se enfoca en el ser. Nos hace sentir que somos inherentemente malos o defectuosos («Soy malo»). No nos motiva a la reparación, sino a la ocultación y la autocrítica. Sus efectos a largo plazo son mucho más destructivos para la autoestima y la salud mental. Cuando se vuelve crónica se ha relacionado con problemas como la depresión, la ansiedad y las adicciones.

Implicación en los Problemas de Salud Mental

Si bien su función original es adaptativa, la vergüenza crónica o tóxica puede tener un impacto devastador en la salud mental de una persona.

  • Ansiedad Social y Evitación: Es un factor central en los trastornos de ansiedad social. El miedo al juicio o a la humillación pública hace que la persona evite situaciones sociales, lo que aísla aún más y refuerza la creencia de que es defectuosa. Este ciclo de evitación y aislamiento impide la construcción de relaciones sanas y el desarrollo de habilidades sociales.
  • Depresión y Baja Autoestima: A diferencia de la culpa, que fomenta la reparación, la vergüenza perpetua el sentimiento de ser intrínsecamente «malo». Esta creencia central de falta de valía es un componente clave de la depresión. La persona que experimenta la emoción crónica se percibe a sí misma como indigna de amor y respeto, lo que erosiona profundamente su autoestima.
  • Vínculo con el Trauma: A menudo el origen de la emoción está en el corazón de las experiencias traumáticas, especialmente en casos de abuso o negligencia. Los niños que crecen en entornos donde se les avergüenza constantemente, o que son víctimas de abuso, pueden internalizar el mensaje de que «hay algo malo en ellos». Esta emoción intergeneracional puede transmitirse en las familias, creando un legado de baja autoestima y problemas emocionales que afectan a las siguientes generaciones.

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¿Cómo Gestionarla?

Superar la vergüenza es un proceso que requiere de autoconocimiento y valentía. Aquí hay algunas estrategias clave:

  1. Aceptación y Autocompasión: Sentirse avergonzado es producto de la autocrítica. El primer paso es aceptar que es una emoción humana y que todos la experimentamos. Practicar la autocompasión significa tratarnos a nosotros mismos con la misma amabilidad y comprensión que le ofreceríamos a un amigo.
  2. Identificar y Reestructurar Pensamientos: La emoción, sí misma, está alimentada por pensamientos negativos y juicios de valor sobre nosotros mismos. Es importante identificar estos pensamientos («Soy un fracaso», «No sirvo para nada») y desafiarlos. Pregúntate: «¿Es este pensamiento realmente cierto?»
  3. Exposición Gradual: Nos impulsa a evitar lo que tememos. Enfrentar gradualmente las situaciones que nos causan vergüenza puede ayudar a desensibilizarnos y a demostrar que el miedo es, a menudo, desproporcionado a la realidad.
  4. Compartir con Otros: Hablarlo con personas de confianza puede ser increíblemente liberador. Al darnos cuenta de que no estamos solos en nuestros sentimientos, rompemos el aislamiento que esta emoción crea.

Conclusión

La vergüenza es una emoción poderosa que puede moldear nuestra vida si no la entendemos y gestionamos. Mientras que la situacional puede ser un mecanismo adaptativo que nos ayuda a observar y respetar las reglas sociales, la tóxica puede ser una fuerza destructiva que nos impide vivir plenamente. Al reconocer su naturaleza, distinguirla de la culpa, y aprender a practicar la autocompasión, podemos transformar esta emoción en una oportunidad para el crecimiento y la autoaceptación, liberándonos para vivir vidas más auténticas y conectadas. Si quieres aprender a gestionar esta y otras emociones en Mente Sana contamos con un equipo de profesionales de la salud mental que pueden guiarte, agenda tu primera sesión gratuita aquí.

Referencias

Trinidad G. (2023). ¿Qué hacemos cuando tenemos vergüenza? Psiconecta.org

Instituto Centta. (2024). La vergüenza, una emoción a superar. Centta.es

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La vergüenza es una emoción que nos hace sentir que hay algo malo en nosotros. Surge de una evaluación negativa de nuestro ser.
La vergüenza tóxica es un tipo de vergüenza intensa y destructiva que se siente como parte de nuestra identidad. Nos hace creer que no valemos nada y a menudo se origina en experiencias negativas de la infancia.
La vergüenza puede causar problemas como la ansiedad social, la depresión y la baja autoestima, ya que nos lleva a aislarnos y a creer que somos indignos.

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Rosana Juarez
Licenciada en Psicología mención Clínica, con diplomatura en Psicología Industrial y Mobbing Laboral, bajo el enfoque psicoterapéutico Humanista, especializada en Terapia de Pareja, manejo de perspectiva de género, así como atención en VBG. Con 7 años de experiencia en trastornos de ansiedad, estrés, trastornos de la conducta alimentaria, autoestima y depresión.
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