
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es un trastorno del neurodesarrollo que se caracteriza por síntomas persistentes de inatención, hiperactividad e impulsividad.
Los síntomas del TDAH afectan el funcionamiento diario de quien lo padece, por lo que el diagnóstico oportuno es clave para mejorar la calidad de vida y reducir los efectos negativos asociados.
Diagnóstico y síntomas del TDAH
Para establecer un diagnóstico, se precisa una evaluación exhaustiva del comportamiento de la persona en diferentes contextos. Los síntomas del TDAH se manifiestan principalmente en la infancia, aunque puede persistir en la adolescencia y la adultez.
El manual diagnóstico DSM-5 (American Psychiatric Association, 2013) establece que los síntomas deben estar presentes antes de los 12 años, persistir durante al menos seis meses y generar un deterioro significativo en el funcionamiento social, académico u ocupacional. Asimismo, se clasifica en tres presentaciones:
- Predominantemente inatento: dificultad para mantener la atención, seguir instrucciones, organizar tareas, olvidos frecuentes.
- Predominantemente hiperactivo-impulsivo: inquietud motora, hablar en exceso, dificultad para esperar turnos, actuar sin pensar.
- Combinado: presenta síntomas de ambas categorías.
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Funcionamiento cerebral en el TDAH

Desde una base neurobiológica del trastorno, se sostiene la existencia de una disfunción en los circuitos cerebrales relacionados con el lóbulo frontal, especialmente en la regulación de la atención y el control de impulsos. Las técnicas de neuroimagen han mostrado diferencias estructurales y funcionales en personas con TDAH.
La impulsividad, la desregulación emocional y la falta de concentración también pueden ser síntomas de trauma.
Síntomas del TDAH en la infancia
El TDAH en la infancia suele presentarse con signos evidentes como:
- Dificultad para mantenerse quieto.
- Impulsividad.
- Dificultad para seguir instrucciones o finalizar tareas.
- Distracción con estímulos irrelevantes.
- No escuchar cuando se le habla directamente.
- Cambiar de una actividad a otra sin terminarlas.
- Interrumpir constantemente o hablar en exceso.
- Perder objetos necesarios para actividades.
- Moverse en exceso.
- Se levanta del asiento cuando debería permanecer sentado.
- Correr o saltar en situaciones inapropiadas.
- Dificultad para esperar su turno.
Estudios recientes indican que aproximadamente el 5% de los niños en edad escolar cumplen los criterios para el diagnóstico de TDAH. Sin un tratamiento adecuado, estos síntomas pueden interferir en el aprendizaje y generar conflictos familiares y escolares.
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Síntomas del TDAH en adolescentes
Durante la adolescencia, los síntomas de hiperactividad tienden a disminuir, pero persisten los siguientes:
- Inatención.
- Desorganización.
- Dificultades para planificar tareas.
- Dificultades para mantener la concentración en clases o estudios.
- Olvidos frecuentes
- Baja tolerancia a la frustración.
De igual manera pueden aparecer conductas de riesgo, como consumo de sustancias o problemas con la autoridad. Según Barkley (2015), los adolescentes con TDAH tienen más probabilidades de abandonar los estudios y de presentar problemas de autoestima y regulación emocional.
Síntomas del TDAH en adultos
Aunque durante mucho tiempo se pensó que el TDAH desaparecía con la edad, hoy se reconoce que muchos adultos siguen presentando síntomas. Los síntomas del TDAH en adultos incluyen desorganización, dificultad para concentrarse, olvidos frecuentes, impaciencia y sensación de inquietud interna. Esto puede afectar su desempeño laboral, sus relaciones personales y su bienestar emocional.
¿TDAH y trauma?

Tanto el TDAH como el trauma pueden presentar:
- Dificultades de atención
- Hiperactividad o inquietud motora
- Desregulación emocional
- Problemas de conducta
- Baja tolerancia a la frustración
Estas similitudes dificultan el diagnóstico diferencial, principalmente en la infancia, lo que puede llevar a tratamientos inadecuados si no se evalúa el historial de trauma del paciente.
Debido a la actividad cerebral, la inatención, irritabilidad, y el bajo control de impulsos, estudios demostraron que muchos niños con trauma son diagnosticados erróneamente con TDAH y tratados exclusivamente con medicación, sin abordar la raíz emocional del problema. Esto puede aliviar ciertos síntomas a corto plazo, pero no resuelve el malestar emocional subyacente. Es más, un niño inquieto o distraído puede no presentar TDAH; sino que podría estar manifestando señales de un trauma no verbalizado o incluso, problemas de apego.
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Tratamiento
El tratamiento para el TDAH suele ser multimodal, combinando psicoterapia, intervención psicoeducativa y, en muchos casos, medicación.
En niños y adolescentes, el entrenamiento para padres y la colaboración con la escuela son fundamentales. Asimismo, en adultos, la psicoeducación y la terapia permiten desarrollar estrategias de organización y manejo emocional.
Conclusiones
Reconocer los síntomas del TDAH en sus distintas etapas —infantil, adolescente y adulta— es esencial para brindar una atención adecuada. El diagnóstico del TDAH debe ser realizado por profesionales capacitados, teniendo en cuenta la evolución del trastorno.
De igual forma, también se debe tomar en cuenta el abordaje de comorbilidades como ansiedad, trastornos del aprendizaje, del estado de ánimo, trastornos de apego y estrés, realizando un diagnóstico diferencial apropiado. Una intervención precisa y personalizada puede marcar diferencia en el desarrollo y bienestar de quienes presentan síntomas del TDAH.
Referencias
Van der Kolk, B. (2020). El cuerpo lleva la cuenta: Cerebro, mente y cuerpo en la superación del trauma. Barcelona: Eleftheria.