
La depresión post parto resulta actualmente un problema de salud pública debido al alto número de personas que la padecen, a las alteraciones que esta genera en la salud física y emocional, así como también debido a las complicaciones que pueden surgir en el vínculo materno-infantil y en el vínculo de ésta con su entorno.
Dado que el embarazo, el parto y el puerperio son momentos de especial vulnerabilidad, recibir una atención violenta y deshumanizada en esos momentos logra no sólo potenciar los síntomas de la depresión sino que, a su vez, debido a que la cultura enaltece la maternidad, es incomprendida y criticada, lo cual provoca en las mujeres un sentimiento de culpa que les impide acudir en busca de ayuda médica o, como resultado de una intervención inapropiada, se presentan consecuencias graves que ponen en riesgo su vida y/o la de su hijo.
Es por esto por lo que debe constituirse en una prioridad de salud pública trabajar en función de alcanzar su correcto abordaje.
En el siguiente artículo, te brindaremos información necesaria para detectar síntomas de depresión postparto y te guiaremos a fines de que puedas acceder a una primera consulta gratuita para trabajarlos…
Atención violenta y deshumanizada: depresión postparto
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (2014) , los maltratos a los que son sometidas las mujeres durante el proceso de embarazo, parto y puerperio son reconocidos como un tipo de violencia de género categorizada como “violencia obstétrica”.
Se trata de un problema de salud pública y derechos humanos dado que visibiliza la violencia estructural e institucional que, en el contexto de una cultura patriarcal, naturaliza la concepción de la mujer como sujeto padeciente sin considerar sus aspectos subjetivos. En consecuencia, genera las condiciones que dan lugar al ejercicio de prácticas violentas por parte de los profesionales quienes, a razón de que sus metodologías y protocolos se imponen socialmente como lo establecido, como lo correcto y no se cuestionan, no alcanzan a visibilizar el impacto de sus intervenciones. El abordaje de dicha problemática desde de la psicología con perspectiva de género es primordial dado que gracias a sus aportes es posible deconstruir las significaciones imaginarias conformadas en torno al discurso médico hegemónico y visibilizar la violencia que subyace a sus prácticas.

violencia obstétrica es un término que surgió a partir del activismo latinoamericano y llegó a ser oficialmente reconocida por múltiples instituciones a nivel mundial. Autores como Quattrocchi (2017), Malacalza (2017), Salgado y Díaz (2019) y Esther Vivas (2022) la definieron como actos médicos categorizados como violencia física o psicológica que dañan la salud de las mujeres y los recién nacidos. Los autores plantearon que se trata de prácticas que ocultan formas de maltrato y que, a partir del uso injustificado de sus intervenciones, del trato jerárquico deshumanizador y del abuso de medicalización/patologización de los procesos naturales, vulneran los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Basándonos en estadísticas, la OMS (1985) consideró que la «tasa ideal» para las cesáreas debe oscilar entre 10% y 15%, sin embargo, nuevos estudios revelaron que a nivel mundial la tasa de cesárea supera el ideal.
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Depresión postparto y maternidad
Según informó la OMS (2012) el puerperio es uno de los períodos de mayor riesgo para desarrollar desórdenes en el estado de ánimo ya que cerca del 85% de las mujeres presentan algún tipo de alteración durante este período. Algunas experimentan síntomas transitorios y leves, entre el 8% y el 25% presentan algún tipo de trastorno incapacitante y persistente y dentro de este último grupo, el 50% se encuentra sin diagnosticar.
En relación con el impacto psicológico de la violencia obstétrica, García (2018) examinó que no es apreciable a simple vista y sus consecuencias pueden perdurar mucho más en el tiempo, según el autor, las consecuencias psicológicas afectan a la autoestima, producen alteración emocional, perturbación del sueño, ansiedad o sintomatología depresiva. Siguiendo sus aportes, también es común que se produzcan alteraciones emocionales como tristeza momentánea la cual puede desaparecer con el tiempo, pero, si no remite, puede favorecer el desarrollo de la depresión post parto. En línea con esta investigación, Esther Vivas (2022) demostró que la intervención médica, ya sea una inducción, una cesárea, una episiotomía, un parto instrumental, etc., puede dejar secuelas. Es por esto por lo que solo deben realizarse cuando son realmente necesarias.
En consonancia con lo expuesto, Laínez Valiente et al (2023) identificaron que la violencia obstétrica ocasiona consecuencias tanto físicas como psicológicas dentro de las que se encuentran la dificultad para la lactancia, la incontinencia urinaria o fecal, los desgarros, las hemorragias, la depresión post parto, el síndrome de estrés postraumático y ansiedad que representa un alto riesgo de morbilidad y mortalidad.
En relación con la definición de depresión post parto, en la cuarta edición del Diagnostic and Statistic Manual of Mental Disorders (1994), si bien no se expuso una categoría específica para definirla, es considerada como un trastorno depresivo con inicio en el postparto. Según dicho manual se trata de un trastorno mental categorizado como un episodio depresivo mayor de inicio en las primeras semanas después del alumbramiento. Por su parte, la Clasificación Internacional de Enfermedades (1990), en su décima versión definió como episodio depresivo a aquel caracterizado decaimiento del ánimo con reducción de la energía y disminución de la actividad, deterioro de la capacidad de disfrutar, deterioro del interés y la concentración, perturbación del sueño y disminución del apetito. Persiste un decaimiento de la autoestima y la confianza en sí mismo, acompañado de sentimientos de culpa o inutilidad, incluso en las formas más leves.

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Conclusión
En conclusión, afirmamos que existen en el imaginario colectivo representaciones sociales en torno a la maternidad que, sumadas al impacto subjetivo de la violencia obstétrica, contribuyen al desarrollo de la depresión postparto. A partir de allí, se pudo evidenciar que las prácticas instituidas en el saber médico hegemónico acerca del abordaje de embarazos, partos y puerperios son violentas, estigmatizantes y discriminatorias y que, categorizadas como violencia de género, son la expresión manifiesta de la violencia obstétrica. De la misma manera, sostenemos que durante el puerperio existe una significativa predisposición a padecer algún tipo de trastorno del ánimo, por lo general desarrollado a partir de experiencias traumáticas durante esta etapa vital.
Concluimos en que las consecuencias de la violencia obstétrica son diversas y, frecuentemente, muy difíciles de superar. Es hora de reconocer que estas violencias configuran delitos descritos en leyes provinciales, nacionales, recomendaciones y tratados internacionales. No debería nadie dudar ni plantearse la posibilidad de que tan íntimo, singular y trascendental proceso fuera violentado. El respeto durante el parto y nacimiento debería ser un derecho inalienable, inviolable e incuestionable.
El tratamiento de la depresión postparto debe realizarse con ayuda profesional especializada. En Mente Sana contamos con disponibilidad para ayudarte en este proceso… 💙
Preguntas frecuentes
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