¿Persona sumisa? La raíz emocional de la sumisión

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Sumisa

Una actitud sumisa implica adoptar una postura de obediencia, pasividad o subordinación frente a otra persona, pareja o grupo. Este comportamiento puede manifestarse de forma voluntaria o condicionada, donde influyen la personalidad, el contexto social y las experiencias tempranas.

A continuación, exploraremos el concepto de sumisión y su impacto en las relaciones sociales.

¿Cómo es una persona sumisa?

Según la American Psychological Association (APA), la sumisión, se refiere al acto de rendirse o aceptar la autoridad o el control de otra persona o grupo.

Desde la psicología de la personalidad, Theodore Millon, refiere a una persona sumisa como alguien que tiende a evitar el conflicto, busca complacer a los demás y tiene una necesidad intensa de aprobación externa.

Los individuos con este perfil suelen presentar una baja autoestima y pueden priorizar las necesidades ajenas por encima de las propias. Esto a su vez, refuerza una autoimagen negativa, que surge por lo general de la inseguridad o miedo al rechazo.

Características de una persona sumisa

  • La evitación del conflicto: Una persona sumisa tiende a evitar las confrontaciones, prefiriendo ceder, callar o aceptar lo que los demás dicen o hacen, aunque no estén de acuerdo o se sientan incómodos.
  • Vínculos de dependencia: Suele establecer relaciones de dependencia, especialmente con aquellos que tienen un rol de autoridad, dominio o protección. En algunos casos, existe una especie de “fusión” en la cual, renuncian a su identidad, sus diferencias, o su individualidad.
  • Búsqueda de aprobación: Las personas sumisas tienen una gran necesidad de agradar, de complacer y de ser aceptadas por los demás. Se sacrifican, se esfuerzan y se desviven por los demás, esperando recibir a cambio su reconocimiento, su aprobación o su cariño.
  • Un pasado doloroso: Muchas veces, la sumisión tiene su origen en un pasado de maltrato, abuso, rechazo o humillación. Esto a su vez conlleva sentimientos de culpa, vergüenza o inferioridad.
  • Perfil discreto: Una persona sumisa suele tener un perfil discreto, sin llamar la atención, destacar o sobresalir. Por ello, mantiene una actitud de humildad, cordialidad, pasividad y conformismo.
  • Tendencia a la timidez: Debido al miedo al rechazo, a la crítica o al juicio, es común que la persona sumisa se inhiba, se cohíba o retraiga en las situaciones sociales.

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Sumisión y apego

Estudios confirman que la sumisión muchas veces se origina en los estilos de apego inseguros desarrollados durante la infancia. Bowlby señalaba que los niños que crecían con cuidadores impredecibles o emocionalmente distantes tendían a desarrollar mecanismos de supervivencia relacional, como la complacencia o la inhibición emocional. En la vida adulta, esto puede traducirse en una fuerte necesidad de agradar, evitar el conflicto y buscar aprobación constante, lo que se relaciona directamente con conductas sumisas.

Muchas personas desarrollan roles sumisos como forma de protección frente a contextos hostiles, en los cuales la expresión era censurada o ignorada. En estos casos, la sumisión no es una elección consciente, sino una estrategia aprendida para sobrevivir emocionalmente.

Asimismo, quienes han desarrollado un estilo de apego inseguro-ambivalente pueden mostrar una mayor tendencia a la sumisión por miedo a ser abandonados, buscando constantemente aprobación y afecto, incluso a costa de su autonomía.

Descubre más en: El apego emocional: la teoría que define nuestras relaciones.

Ser una persona sumisa en una relación

En relaciones saludables, ceder ocasionalmente o adaptarse a la pareja no necesariamente implica sumisión patológica. Sin embargo, cuando la sumisión es constante, unilateral y asociada a miedo, control o baja autoestima, puede ser señal de una relación disfuncional o abusiva.

Estudios muestran que las personas que ejercen sumisión crónica en sus vínculos afectivos tienen mayor riesgo de desarrollar síntomas depresivos, trastornos de ansiedad y sensación de vacío existencial. Además, la falta de autonomía y expresión personal puede afectar la autenticidad emocional, lo cual debilita la calidad del vínculo relacional.

Una personalidad sumisa también puede estar relacionada con la baja autoestima, sentimiento de insuficiencia, el miedo al rechazo y la necesidad de validación externa, lo que, a su vez, conduce a actitudes de dependencia emocional.

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Superar la sumisión

Desde un enfoque clínico, el trabajo con una persona sumisa abarca el reconocimiento de sus derechos personales, la identificación de creencias disfuncionales, el fortalecimiento de la asertividad y principalmente de la autoestima.

La psicoeducación es clave para que una persona logre establecer límites, expresar necesidades, fomentar su autonomía y repara los vínculos disfuncionales, promoviendo relaciones sanas.

Conclusiones

La sumisión es una conducta compleja que puede ser adaptativa o disfuncional según el contexto y el equilibrio en la relación.

Comprender sus causas, ya sean personales, familiares o culturales, permite comprender el origen de la necesidad de ser aceptado o evitar el conflicto.

A través de la terapia psicológica, el desarrollo de habilidades, establecimiento de límites y el fortalecimiento de la identidad, es posible recuperar el equilibrio en las relaciones para construir vínculos más sanos. Superar la sumisión es un proceso gradual que requiere perseverancia, compromiso y principalmente comprensión autocompasiva.

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Referencias

Ernst Montenegro, Ricardo. (2009). Subjetividad, libertad y sumisión. Algunas notas de psicología social. Andamios6(11), 363-367.

Steffanell, Alejandro. (2020). Polo-Alvarado, Lorna. Vida de mujeres: entre la sumisión y la subversión. San Juan: Editorial Luscinia CE, 2018. Historia Caribe , 15 (37), 255-262.

Türkmen, K. & Yildiz, M. (2019). Un estudio Multidimensional Escala de Sumisión. Dini Araştırmalar, 22(56): 285-306.

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Sí. Con acompañamiento terapéutico, es posible desarrollar asertividad, reforzar la autoestima y establecer límites saludables. La sumisión no es una condena, sino un patrón que puede modificarse.
No siempre. La sumisión consensuada puede existir en relaciones sanas. Sin embargo, si la persona no se siente libre de expresar sus deseos o establecer límites, podría tratarse de una dinámica de abuso o control.
Algunas señales son: ansiedad constante, tristeza, sensación de vacío, necesidad excesiva de aprobación, dificultad para decir «no», miedo al abandono o a expresar desacuerdo.

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Juliana Urioste Sotomayor
Licenciada en psicología, con diplomado en psicología clínica y maestría en Psicoterapia con EMDR en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Matrícula Profesional U-10336407. Con experiencia en trastornos de estrés y trauma, esencialmente diagnóstico de Trastorno de Estrés Postraumático y disociación, así como experiencias adversas infantiles, desde el enfoque integrativo. Manejo de la intervención en población adulta e infanto-juvenil, a partir de una mirada integradora, encaminada al desarrollo de habilidades y comprensión interna. Actualmente incluida en el equipo de apoyo para la formación como facilitadora y supervisora del Entrenamiento Oficial de EMDR América Latina.
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